viernes, 22 de enero de 2016

Introducción a una Historia Local



Situada en el límite jurisdiccional de Bizkaia y en una encrucijada de caminos entre las provincias de Álava, Santander y Burgos, Balmaseda siempre fue una puerta esencial del Señorío y punta de lanza de Bizkaia hacia Castilla. 

A esta situación determinante vienen a añadirse, además, las circunstancias de un relieve montañoso y el estar asentada la villa en las riberas de un río caudaloso. Así Balmaseda se definirá como " villa de paso", lo cual determinará su importancia, primero como punto estratégico en las épocas de guerras, y más tarde como vía obligada para el comercio del Señorío y la comunicación entre la meseta y el mar. 

Una orografía extremadamente montañosa apenas deja espacio para el desarrollo urbano de la villa y por supuesto limita sustancialmente su desarrollo agrícola, actividad que se ve obligada a ocupar precariamente las laderas de las montañas. 

El sector primario se podía pues calificar como deficiente, y la mayor parte de los productos de consumo como grano, pescado, carne, etc., debían importarse de fuera del municipio. El sector ganadero, por su parte, nunca tuvo una importancia excesiva, pues aunque existía ganado y no en pequeño número, nunca se desarrolló como explotación general intensiva; el ganado se ubicaba extramuros en las diversas caserías, en donde las reses solían alquilarse conjuntamente con las casas de labor. 

Pero en ese mismo entorno balmasedano se había desarrollado un vasto arbolado natural que cubría las laderas de los montes y que propiciaba una excelente riqueza maderera y por ende, carbonífera.

Tenemos así una de las condiciones precisas para el surgimiento de lo que sería la actividad industrial más importante de la Balmaseda histórica: la ferrería. Las otras dos condiciones serían la abundancia natural de cursos de agua que facilitasen el movimiento de martinetes y por último, la relativa proximidad a las vetas de mineral. 

Cuando el surgimiento de los Altos Hornos haga desaparecer la industria ferrera, Balmaseda encontrará el modo de seguir utilizando su riqueza forestal, derivando su actividad hacia la industria mobiliaria. 

Al margen de la actividad ferrera, de la elaboración del cobre y el hierro, las restantes manifestaciones industriales en Balmaseda eran escasas. De cierta importancia fue la industria de paños de la que existen referencias hacia el siglo XV. Al margen existían ciertamente pequeñas industrias en su mayor parte de índole familiar, que originaban toda una serie de oficios mecánicos, configurados en estructuras gremiales, similares a las existentes en Castilla. Esta pequeña industria artesanal suponía una economía «de repuesto», que dada su especial configuración, propiciaba que las cíclicas crisis económicas se mostrasen más amortiguadas. Uno de los más citados gremios balmasedanos fue el de curtidores, asentados en el actual barrio de las Tenerías fuera de las murallas de la villa. 


De lo dicho se desprende por tanto que Balmaseda gozaba de un sector industrial ferrero importante y de una agricultura deficitaria. Por tanto, necesitaba vender sus productos férricos y comprar sus vituallas alimenticias. Esto es, necesitaba organizar una actividad comercial, bien para la importación de bienes de consumo, bien para la exportación de productos manufacturados. Y esta actividad comercial se veía a su vez potenciada por la propia situación estratégica de la villa. 

Las lanas castellanas pasaban por Balmaseda para ser embarcadas hacia Flandes, y los productos europeos de contrapartida atravesaban Balmaseda en su camino hacia Castilla. Y tanto unas como otros pagaban considerables sumas por entrar en el Señorío y atravesar el Puente Viejo. 

El comercio asciende así al primer plano en la actividad económica de Balmaseda. Es esta una villa-mercado a la que acuden gentes de todo el contorno para comprar y vender, creando prosperidad, trayendo sus productos y sus ideas. 

La historia de Balmaseda ha sido sin duda de una gran riqueza. Desde épocas muy antiguas la villa fue disputada en las interminables guerras de banderías que asolaron el territorio vizcaíno. El Castillo y las murallas, hoy en día desaparecidos ambos, nos hablan de un pasado turbulento en el que era necesario defenderse. Y la sociedad balmasedana, compartimentada y variada, vive un proceso de cambio paradigmático con la marcha de los siglos, donde vemos reflejada la propia dinámica de la sociedad del país. 

Balmaseda ha estado presente desde siempre en la memoria de los historiadores. Su importancia histórica es incontestable, y sin duda su peso específico en el Señorío de Bizkaia fue a lo largo de los siglos mucho mayor de lo que es hoy en día. 


Hay que citar aquí la memorable obra de D. Martín de los Heros, insigne balmasedano. Su recuento histórico, ejemplar por tantos motivos, amenísimo, ilustrado, hijo de una época, habla de la historia de la villa hasta principios del siglo XIX. Por ello cabe afirmar que acaso Balmaseda cuenta en este momento con uno de los estudios histórico más completos que se hayan realizado hasta la fecha para cualquier villa o población vizcaína. 

Balmaseda sufrió un proceso lento pero brutal desde una época de relativo esplendor, en los siglos XV y XVI, pasando por momentos de estancamiento o de claro retroceso, en las centurias siguientes, hasta encontrar ya en la época contemporánea, un cierto resurgimiento económico. 

Elementos cruciales del desarrollo histórico de la villa han sido los siguientes: 

Su posición geo-estratégica, que la sitúa en la entrada vizcaína del Camino Real desde Castilla, determinó y configuró su mercado, el comercio y la aduana. 

Su marco geográfico, en un entorno de montañas, ríos y bosques, con elementos vitales para la creación de ferrerías. 

La calidad de sus gentes, gentes laboriosas y emprendedoras, que cuando no encuentran su medio de vida en su lugar natal, no dudan en traspasar el mundo para desarrollar sus proyectos. Hay balmasedanos en el gobierno, en la corte, en la milicia, en el comercio andaluz, en las minas de América. Almirantes, capitanes, mercaderes, gobernadores de ultramar. Una riqueza de gentes que dan prestigio a su tierra y la ayudan con legados y fundaciones. 

La llegada del Ferrocarril, en un momento de aguda crisis económica, a finales de un siglo lleno de vicisitudes guerreras; la creación de esta línea habría de sacar a la villa de su colapso económico y proporcionarle nuevas posibilidades de desarrollo. 

A estos aspectos positivos se contraponen sin duda otros de signo contrario, que también conviene señalar: 

La apertura del nuevo Camino Real por Orduña. Esta nueva vía de comunicación entre Castilla y el Señorío se abrió en la segunda mitad del siglo  XVIII. Balmaseda se opuso a él lo mejor que pudo, sin conseguirlo, pues suponía la desaparición de la Aduana y gran parte de su actividad comercial, como así sucedió. 

Un difícil siglo XIX. Esta centuria estuvo llena de guerras, epidemias y desgracias sin cuento. Un siglo que habría de encarnar de forma dramática toda la crisis del Antiguo Régimen, pero también la aparición de las formas demográficas, sociales y económicas modernas. 

A través de todos estos avatares Balmaseda ha llegado a ser lo que es hoy. Quien quiera entender el cómo y el por qué de esta querida villa encartada, deberá asomarse irremisiblemente al pozo de su rica historia. El presente hunde sus raíces en el pasado y entre ambos configuran un futuro prometedor. 

Todos estos estudios históricos vienen de nuevo a resaltar el gran papel que tuvo Balmaseda fuera de los pequeños límites de su contorno municipal. Si la recuperación modesta de esta memoria histórica puede contribuir, de alguna manera, a que los balmasedanos de hoy se sientan orgullosos de su pasado, el esfuerzo habrá merecido la pena.

(Introducción del libro “ Una Historia Local “ . Diputación Foral de Bizkaia. Bilbao 1991. Texto de Julia Gómez Prieto )